Las fortalezas de Botnia

Por Ricardo Carrere

La empresa finlandesa Botnia presenta una particularidad que la distingue de todos los demás emprendimientos –nacionales y extranjeros- existentes en el país: su encerramiento en enclaves estrechamente vigilados por guardias de seguridad privada y por funcionarios policiales. En un breve recorrido por Paysandú y Fray Bentos realizado entre el 28 y 29 de julio pudimos identificar cuatro de tales enclaves: el vivero, la fábrica, el barrio de los trabajadores y el barrio de los ejecutivos. Habría incluso un quinto enclave (el colegio privado para los hijos de los finlandeses), pero dejaremos el tema de los niños de lado.

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La fortaleza del vivero

Botnia es propietaria de unas 160.000 hectáreas, donde tiene instaladas sus plantaciones bajo el nombre de Forestal Oriental (FOSA). Las plántulas de eucaliptos para las plantaciones son producidas en el vivero San Francisco, ubicado a 8 kilómetros de Paysandú. Allí trabajan unos 30 funcionarios de la empresa y otros 100 trabajadores de la contratista Nazca. Desde fecha muy reciente, el vivero está totalmente rodeado con un tejido de alambre muy grueso, de alrededor de 3 metros de altura, con enormes focos de luz. Cuenta además con 6 cámaras de vigilancia y en este momento se está instalando una gran antena. Tiene una puerta de entrada que solo se abre si se anuncia quien es. De todas maneras, las visitas son programadas y los trabajadores entran en los ómnibus. En la portería y en todo el vivero hay guardias de seguridad y para la noche la empresa contrata el servicio 222, es decir, que es custodiada por policías. Una vez dentro del vivero, los trabajadores no pueden salir sin autorización, ni siquiera durante la hora –no paga- de descanso a medio día. Tampoco pueden ingresar si llegan unos minutos (2-3) tarde, por más buena razón que puedan tener para no llegar en hora.

La fortaleza de la fábrica

Como en el caso de cualquier fábrica, es comprensible que su acceso sea limitado. Lo que no es entendible es que no se permita sacarle fotos. En el mes de junio fuimos en auto hasta el puente internacional con el único objetivo de tomar una foto desde el puente a la fábrica. Los funcionarios de Prefectura que se encuentran a la entrada del mismo nos dijeron que no estaba permitido fotografiar la fábrica. Un mes mas tarde, transitábamos en auto de Paysandú a Fray Bentos y pasamos frente a la entrada de la fábrica. Allí nos detuvimos y nos bajamos a tomar una foto. De inmediato apareció un guardia de seguridad quien nos dijo que no se podía fotografiar y que para hacerlo había que pedir permiso en la oficina. Le respondimos que estábamos en una carretera pública y que él no tenía ninguna autoridad para impedirnos sacar fotos, por lo que procedimos a hacerlo. Más tarde nos dirigimos a la Playa Ubici, ubicada a pocos kilómetros de distancia, desde donde pudimos tomar todas las que quisimos –esta vez sin ninguna restricción- del conjunto del complejo industrial.

La fortaleza del barrio de los trabajadores

Cerca de la entrada a la fábrica se encuentra, al otro lado de la ruta, el barrio destinado a los trabajadores extranjeros de la empresa. Allí hay dos tipos de viviendas: los contenedores y las casas. A manera de fortaleza, cada pocos metros hay una garita con guardias de seguridad, así como funcionarios policiales vigilando las viviendas. En vista de la experiencia anterior en materia de “tomas fotográficas”, esta vez optamos por entablar una conversación amistosa con un guardia antes de proceder –con su permiso- a fotografiar las viviendas. Dicha conversación tuvo además frutos interesantes, ya que tuvimos la suerte de topar con un profundo conocedor de la historia local. Esta persona nos contó que la de Botnia es una historia repetida para los fraybentinos, ya que antes habían tenido la experiencia de la construcción del puente internacional, que había dejado dos secuelas: la triplicación de los casos de enfermedades venéreas y el aumento de jóvenes solteras embarazadas. Según nuestro informante, las consecuencias ahora serán las mismas, pero en mucho mayor cantidad.

La fortaleza del barrio residencial Botnia

La cuarta fortaleza de Botnia se encuentra a la salida de Fray Bentos en dirección al balneario Las Cañas. Aquí hay un conjunto de grandes casas, destinadas a ser habitadas por los altos ejecutivos de la empresa, en su mayoría finlandeses. También aquí, los funcionarios de Botnia están resguardados por garitas con guardias de seguridad. Conociendo ya la alergia a las fotos de la empresa, fuimos haciendo tomas desde el auto en marcha en el trecho que media entre una garita y la otra. Luego nos detuvimos en la última garita y le preguntamos a un guardia si podíamos atravesar el barrio para llegar a la carretera. Estuvimos conversando con el simpático guardia por unos minutos y nos dijo que no había ningún problema, pero cuando nos despedimos nos dijo: “lo único que les pido es que no vayan a sacar fotos, porque a esta gente no le gusta que se saquen fotos”. Y esta vez, por respeto al guardia, no lo hicimos. Fue una lástima, porque pasamos un extraño edificio, que nos hubiera gustado fotografiar, que es casi seguramente un sauna finlandés.

¿Por qué tantas fortalezas?

La construcción de fortalezas se justifica cuando al exterior de las mismas existen enemigos reales o potenciales de quienes es necesario defenderse. En teoría, una empresa que trae riqueza, desarrollo y empleos no debería generar enemigos sino concitar adhesiones en la zona donde se instala.

Es claro que Botnia ha sabido granjearse de enemigos, particularmente entre la gente de Gualeguaychú. Aunque parece muy poco probable que ello pudiera resultar en algún tipo de atentado, podría en cierto modo justificar la vigilancia (aunque no la prohibición de sacar fotos) de la fábrica. Pero la vigilancia de las dos zonas residenciales parece más apuntar a la defensa contra posibles robos por parte de los pobres locales, que siguen siendo tan pobres como cuando la empresa llegó prometiendo empleos y desarrollo.

En realidad, el enemigo potencial más importante no es el externo sino el interno y ese parece ser el temor de Botnia. En efecto, el “boom” económico que la construcción de la fábrica trajo a Fray Bentos ya está llegando a su fin. Es más, según nos informaron en el restorán fraybentino donde almorzamos, ya llegó a su fin, porque casi desaparecieron totalmente los trabajadores que supieron gastar parte de sus sueldos en la ciudad. Ahora viene la hora de la verdad.

En ese sentido, hace años que el Grupo Guayubira advirtió acerca del tema del empleo y de que tanto la forestación como la fábrica de celulosa se traducirían en una pérdida neta de empleos a nivel local. En base al propio informe de evaluación de impacto ambiental de la empresa dijimos que la fábrica no generaría empleos para la gente local, que a lo sumo podría trabajar en la seguridad y limpieza de la planta. Tal afirmación ya se está haciendo realidad en el área de la seguridad, donde los temores de la empresa han resultado en la creación de sistemas de vigilancia que requieren la contratación de guardias privados y servicio 222. Es también probable –aunque no lo hemos investigado- que la limpieza de las casas de los dos barrios de Botnia haya significado la contratación de limpiadoras/es. Se cumpliría así lo vaticinado por Guayubira en materia de empleos. A eso se suma –como también lo auguramos- el empleo generado a nivel de trabajadoras sexuales, que incluye altos niveles de prostitución infantil.

En el área forestal sigue aumentando el éxodo rural provocado por la forestación de más y más campos. Esas plantaciones generan una creciente oposición a la empresa por parte de muchos actores afectados por las mismas. Al mismo tiempo sigue aumentando la organización de los trabajadores –tanto a nivel del vivero como de las plantaciones- lo que le genera nuevos temores. La época en la que podía hacer cualquier cosa en el plano laboral sin pagar las consecuencias –como por ejemplo impedir la sindicalización- también está llegando a su fin.

Y todavía no llegó la tan esperada instancia de la puesta en funcionamiento de la fábrica. En ese momento se sabrá si las promesas de cero olor y cero contaminación son ciertas. De no serlo, aparecerán nuevos potenciales enemigos afectados en el sector turístico, en la pesca, en la producción de miel.

Finalmente, llegará la hora de saber si las promesas de desarrollo se cumplen o si todo se redujo al “boom” provocado por la construcción de la fábrica, como fue vaticinado por Guayubira.

A lo mejor la empresa ya conoce las respuestas a esas preguntas y quizá eso explica su aversión a las fotos, que servirán para ilustrar lo que se dice en artículos como éste. Y quizá su tendencia a la construcción de fortalezas se deba a que es conciente de que va a tener que vivir rodeada de trabajadores desocupados buscando sobrevivir de la forma que sea, como ya está sucediendo en la antes tranquila y segura ciudad de Fray Bentos.

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About Grupo Guayubira

El grupo "Guayubira", fue creado en mayo de 1997, para nuclear a personas y organizaciones preocupadas por la conservación del monte indígena y por los impactos socioeconómicos y ambientales del actual modelo de desarrollo forestal impulsado desde el gobierno. El grupo aspira a tener incidencia a nivel nacional y local para implementar medidas que ayuden a la conservación del monte indígena y a modificar el actual modelo insustentable de desarrollo forestal basado en los monocultivos de árboles a gran escala.
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