Forestación: los pobres subsidian a los ricos

Por Ricardo Carrere

Artículo publicado en Revista del Sur No. 23, agosto de 1993

El fomento a los cultivos forestales industriales (fundamentalmente con eucaliptos y pinos), es un fenómeno que se está dando en numerosos países del Tercer Mundo. El principal impulso a esta actividad proviene de los gobiernos y empresas de los países desarrollados, así como de los organismos multilaterales de asesoramiento y crédito dirigidos fundamentalmente por esos mismos países. Entre otros, puede mencionarse al Banco Mundial, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), la consultora internacional finlandesa Jaako Poyry, etc.

Independientemente del tema de si un desarrollo forestal de este tipo sirve o no a los intereses de los pueblos cada vez más empobrecidos de los países del Tercer Mundo, lo que resulta claro es que se inserta en una estrategia del mundo desarrollado para asegurarse un abastecimiento continuo, abundante, estandarizado y barato de una materia prima que está comenzando a escasear a escala mundial.

Dado el período de tiempo relativamente largo que se extiende entre la plantación de árboles y la cosecha de madera, se ha apelado a la elección de regiones y especies poseedoras de ventajas comparativas para la implantación de estas grandes masas forestales (ventajas ambientales, sociales, económicas). Sin embargo, aún con esas ventajas, los cultivos forestales no resultan atractivos para los inversionistas, por lo que se han sumado otros estímulos y subsidios directos e indirectos para fomentar estas plantaciones.

¿Quién paga los costos de la forestación?

Si bien en cada país existen diferencias importantes en cuanto a los mecanismos utilizados para promover este tipo de plantaciones, existen asimismo una serie de coincidencias que interesa desentrañar. Debido a ello, resulta útil analizar un caso en particular, lo cual ayudará a visualizar las similitudes en otros países.

Uruguay, país predominantemente de praderas, está asistiendo a una transformación de parte de éstas en plantaciones monoespecíficas de eucaliptos y pinos destinadas fundamentalmente a la exportación. En lo interno, este proceso se basa en una serie de estímulos que vuelven redituable la actividad forestal, que a su vez se basan en un conjunto importante de apoyos provenientes del exterior. Si bien en este proceso participan una serie importante de organismos internacionales, los principales han sido la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (que elaboró, en coordinación con la Dirección Forestal uruguaya, el Plan Maestro para el desarrollo forestal) y el Banco Mundial (que canaliza fondos japoneses destinados al desarrollo de esta actividad).

Sin embargo, gran parte de los costos económicos de este desarrollo son pagados por el conjunto del pueblo uruguayo. A través de la política impositiva y salarial, el gobierno realiza una redistribución de ingresos, canalizando importantes sumas de dinero hacia los productores forestales (subsidios directos e indirectos), para hacer rentable esta actividad. Por otro lado, los créditos del Banco Mundial son créditos y no donaciones, por lo que se produce un incremento de la deuda externa y de su servicio, que se supone serán pagados con los ingresos generados por la exportación de productos forestales (siempre y cuando sea posible exportar a precios redituables).

Por otros lado, existen una serie de subsidios invisibles que benefician a la industria de los países desarrollados, tal como la mano de obra barata, resultante de situaciones sociales injustas, que es aprovechada por el gran capital para producir una materia prima barata destinada a abastecer mercados masivos de consumo en el Norte.

Los subsidios que pagan todos los ciudadanos

Los subsidios, tanto directos como indirectos, benefician a las empresas que implanten cultivos forestales en las áreas designadas por el gobierno como de prioridad forestal (suelos considerados de baja productividad agrícola-ganadera) y con las especies declaradas de interés (Eucalyptus globulus, maidenii, grandis, saligna; pinos pinaster, elliotti, taeda; álamos y sauces híbridos).

En las situaciones antedichas, la legislación prevé la devolución del 50% del costo ficto de forestación por hectárea (que es casi idéntico al costo real), si al año de plantación se constata el prendimiento del 75% de los árboles plantados. Es decir, que la mitad del costo de la plantación corre a cargo del conjunto de ciudadanos que pagan impuestos. Además, es de destacar que no se discrimina entre inversores extranjeros y nacionales, por lo que el empobrecido pueblo uruguayo también paga a las empresas extranjeras que invierten en forestación en el país, tal como en el caso de la multinacional Shell (asociada a la finlandesa Kymmene) o de la empresa papelera española ENCE S.A.

Los subsidios que se pagan sin saberlo

La legislación forestal también prevé otros subsidios destinados a promover la forestación:

a) Exoneraciones impositivas. Las plantaciones y las tierras cubiertas por las mismas quedan exentas de una serie de impuestos que gravan la propiedad inmueble rural. En promedio, esto significa un ahorro de alrededor del 8% del costo total de la inversión. También se exonera de impuestos la importación de insumos y bienes de capital destinados a la actividad forestal, siempre que los mismos no sean producidos en el país en condiciones similares de calidad y precio.

b) Créditos. Existen importantes líneas de crédito a largo plazo para financiar hasta el 80% de la inversión total (excluída la tierra) a tasas razonables de interés.

c) Capitalización de deuda externa. Este es otro mecanismo de subsidio, por el cual la empresa forestadora adquiere títulos de deuda por su valor real y los canjea con el gobierno por su valor nominal, con lo cual obtiene un subsidio más o menos grande según sea la cotización de los títulos de deuda en el mercado secundario. Hasta ahora, este mecanismo sólo ha sido utilizado por unas pocas grandes empresas, entre las que se encuentra el proyecto Shell/Kymmene.

Los subsidios invisibles

El desarrollo forestal se apoya también en una serie de subsidios invisibles (para los pueblos del Tercer Mundo), pero claramente visibles para los estrategas de los países desarrollados. Entre ellos se destacan:

a) El valor de la tierra. En un cultivo a largo plazo como el forestal, el monto de la inversión inicial tiene gran importancia para la rentabilidad final de la inversión. Siendo la tierra uno de los factores de mayor peso en dicha inversión, el bajo costo de la tierra (ya sea por adquisición, arriendo o concesiones con gobiernos), se constituye en uno de los factores esenciales al definir la localización de la inversión. En Uruguay, las tierras aptas para el cultivo forestal tienen un valor promedio de 500 dólares por hectárea, lo cual es sumamente bajo comparado con los valores de tierras similares en el mundo desarrollado.

b) Mano de obra. La mano de obra tiene igualmente un costo comparativo muy bajo. Los salarios que se pagan en el sector rural forestal oscilan en torno a los 150 dólares mensuales. Demás está decir que esta “ventaja” resulta de un sistema injusto que sirve a unos pocos y condena a muchos a la miseria.

c) Infraestructura. La mayor parte de los costos de infraestructura (construcción y mantenimiento de caminos vecinales, rutas, facilidades portuarias, etc.), son absorbidos por el Estado (y pagados por todos los contribuyentes), lo cual también constituye un subsidio para los productores forestales y por ende para los consumidores finales.

d) Crecimientos. Las tasas de crecimiento de los árboles promovidos para el desarrollo forestal son muy elevadas en comparación con las de los países desarrollados del hemisferio norte. Mientras que en estos últimos los árboles crecen a un ritmo de 1 a 5 metros cúbicos por hectárea y por año (m3/ha/año), en muchos países de clima tropical y subtropical este ritmo varía entre 25 y 50 m3/ha/año. En Uruguay, el crecimiento promedio en suelos de prioridad forestal oscila entre 15 y 40 m3/ha/año.

¿POR QUE NO SE APLICA EL MODELO NEOLIBERAL?

La conducción económica del actual gobierno uruguayo se ha caracterizado por intentar aplicar a ultranza el modelo neoliberal. Por consiguiente, esta política en materia forestal parecería totalmente incongruente si no se tomase en consideración que la misma es fomentada desde los centros de poder y apoyada por los organismos multilaterales vinculados a los mismos.

Como resultado de las políticas internas y del apoyo externo, el cultivo forestal se ha vuelto rentable y comienza a ser adoptado tanto por productores nacionales como extranjeros. Sin embargo, incluso con todos esos estímulos, este cultivo a largo plazo no resulta demasiado atractivo para los productores, que lo incorporan principalmente debido a la bajísima rentabilidad actual de las producciones tradicionales (carne, lana, cuero).

El Uruguay no tiene una tradición forestal. Si se toman como referencia los costos reales de la producción forestal (sin apoyos estatales e incluyendo el transporte del producto final), esta actividad deja de ser rentable. Los subsidios a la actividad forestal son pagados por el conjunto de la sociedad uruguaya que -dentro del actual esquema exportador de materia prima- recibe escasos beneficios por dicha redistribución de ingresos.

¿Por qué entonces este interés por implantar grandes masas de cultivos forestales subsidiados? Es posible que el gobierno y sus dependencias especializadas crean que esta actividad redundará en beneficio del país y su gente. Empero, sabiendo como se sabe, que procesos forestales de similares características están ocurriendo en numerosos países del Tercer Mundo, cabe preguntarse a quien sirve en definitiva este tipo de forestación.

La respuesta es clara: a los países ricos. La madera cosechada podrá ser exportada a bajos precios, con lo que los países del Tercer Mundo estarán subsidiando a la industria y al consumo de los países industrializados. Es más, cuanto más exitosa sea esta política en un mayor número de países, más bajos serán los precios a consecuencia de una sobreoferta. Y podrá llegar un momento en el que ya no resulte posible exportar. ¿Qué haremos entonces con las plantaciones?

About Grupo Guayubira

El grupo "Guayubira", fue creado en mayo de 1997, para nuclear a personas y organizaciones preocupadas por la conservación del monte indígena y por los impactos socioeconómicos y ambientales del actual modelo de desarrollo forestal impulsado desde el gobierno. El grupo aspira a tener incidencia a nivel nacional y local para implementar medidas que ayuden a la conservación del monte indígena y a modificar el actual modelo insustentable de desarrollo forestal basado en los monocultivos de árboles a gran escala.
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