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Campaña Plantaciones

El papel del Sur. 
Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional

Ricardo Carrere y Larry Lohmann

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Capítulo 11

Indonesia: deforestación y represión

A principios de 1994, el paisaje alrededor de lo que había sido el pequeño poblado de Kerinci, ubicado 10 kilómetros al sur de Pakanbaru, Sumatra, fue testigo de una extraordinaria escena. Trabajando de acuerdo con un plan formulado por los consultores de la empresa Jaakko Pöyry, con sede en Helsinki, unos 4.000 indonesios trabajaban día y noche, a menudo en el barro y bajo la lluvia, para finalizar la construcción de la mayor planta de pulpa del mundo en octubre de 1994. Bajo la supervisión de un director de proyecto finlandés, se ensambló dentro del predio de tres kilómetros cuadrados una inmensa caldera para soda, construida por la empresa finlandesa Tampella, complementada con compleja maquinaria proveniente de una veintena de otras compañías, entre las que se incluian las finlandesas Kone, Valmet, Ahlstrom, Sunds Rauma y Outukumpu; las suecas Sunds Defibrator, Noss y Asea Brown Boveri Fläkt; las japonesas Mitsubishi Heavy Industries y Nippon Sanso; las canadienses Chemetics y Bailey; las norteamericanas Cranston y Solarturbines; las alemanas Siemens y Voith; la británica ICI; la taiwanesa Teco; y la india Ion Exchange (Helsingen Sanomat 23.1.1994, PPI 9.1994).

Capaz de convertir cuatro millones de metros cúbicos de madera en 750.000 toneladas de pulpa por año cuando esté en pleno funcionamiento, la planta, conocida como Riau Andalan, costará US$750 millones a su propietario, la empresa Raja Garuda Mas. Las dos terceras partes de su producción estarán destinadas a la exportación. Para satisfacer el apetito de madera de la planta, el equivalente a un camión de madera deberá atravesar sus puertas cada tres minutos, proveniente de la tala de 160.000 hectáreas de predios forestales ubicados al sudoeste de la planta, así como de otras fuentes. A su vez, las necesidades de aproximadamente 4.750 metros cúbicos de agua por hora, serán abastecidas del cercano río Kampar. De acuerdo con los ejecutivos de la empresa, la planta, que requerirá la construcción de un puerto y de 45 kilómetros de vías férreas, apenas empleará a 1.000 personas, o sea, que cada empleo generado implicará una inversión en capital de US$750.000. Se prevé la puesta en funcionamiento de una planta integrada de papel, con capacidad para producir 280.000 toneladas anuales, para fines de 1996 (Wright 1994; FT 14.12.1992; PPI 7.1994, 9.1994, 7.1995; DTE 4.1994).

Concentración

Riau Andalan, que es apenas una de la serie de enormes plantas de pulpa que han estado brotando a lo largo y ancho de la isla indonesia de Sumatra, es en muchos sentidos un símbolo adecuado del crecimiento explosivo de la producción de pulpa del país, que se elevó de 167.000 toneladas en 1983 a 1,4 millones de toneladas en 1994 y que en materia de papel subió de 377.000 toneladas a 3,05 millones en el mismo período (PPI 7.1995, 8.1985, Wright 1994).

La planta mencionada ejemplifica la tendencia hacia la concentración, tanto de la producción como de la propiedad que se viene dando en el país. A medida que la capacidad media de producción de las plantas indonesias sigue aumentando (ha saltado de alrededor de 5.000 toneladas anuales en 1970 a 85.000 en 1991 y 217.000 en 1994), esta industria en crecimiento explosivo se ha concentrado en las manos de las mayores familias comerciales del país, muchas de las cuales edificaron sus fortunas a través de la explotación comercial de los bosques, o en la industria de la madera laminada. Una reciente proclama del gobierno ha reforzado dicha tendencia, exigiendo que toda empresa de pulpa y papel que esté explotando un predio forestal industrial (Hutan Tanaman Industri o HTI), debe poner en marcha un sitio de desarrollo asociado, para dar ocupación a los trabajadores afectados por el programa de transmigración de la isla de Java; sólo las empresas más grandes dispondrán de suficiente capital para desarrollar tales sitios (Brooks 1994).

En efecto, las mayores plantas de pulpa están en su totalidad asociadas a alguna de las más influyentes familias comerciales de Indonesia:

• El conglomerado Raja Garuda Mas, propietario de Riau Andalan (que también opera la planta Indorayon, con una capacidad de producción de 240.000 toneladas anuales, en Sumatra del norte y está construyendo una planta de pulpa con capacidad de 750.000 toneladas anuales en un predio de 300.000 hectáreas en Sarawak, Malasia), está encabezado por el empresario Sukanto Tanoto (Tan Kaung Ho), educado en Harvard y conocido como "el rey de la madera" de Sumatra del norte (NST 16.3.1996). Entre los numerosos subsidios estatales que Tanoto ha sido capaz de atraer hacia sus operaciones, se encuentra un préstamo de US$500 millones de la Junta Doméstica de Préstamos, para la planta de Indorayon.

• La planta de 450.000 toneladas anuales Tanjung Enim Lestari (TEL) en Musi, Sumatra del sur, es un emprendimiento conjunto entre: 1) el grupo Barito Pacific Timber de Pangestu Prayogo, el mayor grupo industrial de la madera de Indonesia y uno de los mayores productores de madera contrachapada del mundo, en cuyas manos se encuentran más de 4,5 millones de hectáreas de tierras forestales de Indonesia y una concesión de un millón de hectáreas en Vietnam; 2) la hija del presidente Suharto, Siti Hardiyanti Rukmana (Tutut); y 3) un consorcio integrado por Marubeni, el Fondo de Cooperación Económica Internacional de Japón y Nippon Paper. La planta, que entrará en producción en 1997, dispone para su abastecimiento de materia prima de un área de 300.000 hectáreas.

• Dos plantas gigantes de pulpa en Perawang, Sumatra, con una capacidad combinada de producción de 790.000 toneladas anuales, de propiedad de la firma Indah Kiat, que constituye una de las 135 empresas del Grupo Sinar Mas. Además de producir un tercio de la producción total de papel de Indonesia (la empresa es el mayor productor de pulpa y papel del sudeste asiático y el mayor productor del mundo de papeles de oficina), el grupo Sinar Mas también posee la mayor superficie mundial de tierras para la producción de aceite de palma. Asimismo ha realizado inversiones en productos químicos, finanzas, bancos, hoteles, telecomunicaciones, cría de cerdos y participa en varios emprendimientos en el área de bienes raíces en colaboración con los hijos de Suharto. Sinar Mas está dirigida por Eka Tjipta Widjaja (Oei Ek Tjhong) y cinco de sus hijos ocupan puestos de dirección en las empresas del grupo. Sinar Mas es también propietaria de otra gigantesca planta de pulpa llamada Wirya Karya Sakti, ubicada en Jambi, Sumatra, con una capacidad de producción de 410.000 toneladas anuales. La empresa tiene más de 540.000 hectáreas de concesiones de bosques para alimentar sus plantas de pulpa (Soetikno 1993, Paper 4.2.1992, Paper Asia 8.1991; PPI 2.1994, 7.1995; TAPPI Journal 6.1995).

• Mohammad ("Bob") Hasan (el Kian Seng), el principal empresario de la madera de Indonesia, presidente de la asociación de comerciantes e industriales de la madera, y compinche de larga data de Suharto, también ha ingresado en la industria de la pulpa y el papel. Hasan es accionista de la planta de bolsas de papel kraft para cemento Kertas Kraft Aceh, ubicada en Sumatra del norte, con una capacidad de producción de 165.000 toneladas anuales (construida en asociación con la empresa estadounidense Georgia-Pacific, con participación del estado y del hijo de Suharto, Sigit Harjojudanto) y también en un emprendimiento coreano/Hong Kongés llamado Aspex Paper. Hasan también planea poner en marcha, en 1997, la planta de pulpa Kiani Kertas, con 472.000 toneladas de capacidad de producción anual en Kaltim, Kalimantan Oriental, a un costo de alrededor de US$700 millones sólo para la planta industrial.

Enfoque exportador

Aunque la industria indonesia de la pulpa y el papel alberga grandes esperanzas de poder construir un mercado doméstico mayor, entre los 190 millones de habitantes del país (el consumo per capita actual, de apenas 10 kilos anuales y con una concentración del 60% en Jakarta, podría crecer rápidamente), de cualquier manera es indudable que la nueva capacidad de producción, tanto de pulpa como de papel del tipo representado por Riau Andalan, está basicamente enfocada hacia la exportación.

En términos netos, el país se conviritó en autosuficiente en materia de papel en 1987, con un crecimiento en las exportación de papel (principalmente papeles finos y cartón corrugado), que pasaron de 200.000 toneladas en 1990 a 600.000 toneladas en 1994 (En 1993, Indonesia también importó más de 120.000 toneladas de papel y cartón por valor de US$168 millones, la tercera parte de las cuales de los países escandinavos, otra tercera parte de Norteamérica y la mayor parte del resto, de Japón y Alemania. Sinar Mas, por ejemplo, ha estado comprando pulpa y papel en el mercado internacional para abastecer a clientes domésticos, al mismo tiempo que continuaba abasteciendo a los clientes del extranjero [UN 1994, Sonnenfeld 1995]). Se estima que las 300.000 toneladas de exportaciones de pulpa de 1994, se triplicarán en 1996 y pronto Indonesia estará exportando el 60% de su producción total (Wright 1994; PPI 2.1994, 7.1994). Parte de este mercado está siendo creado por el propio conglomerado de Sinar Mas, al invertir en plantas de papel en la India (Bombay) y China (Ningpo y Cheng Chiang), que utilizarán como materia prima la pulpa de Indonesia. Otro tanto ha hecho la empresa Raja Garuda Mas, que tiene planeada la construcción de dos plantas de papel en China. Sinar Mas ya exporta casi la mitad de su producción de pulpa y papel, en tanto que la planta de la empresa Indorayon en Sosor Ladang, Porsea, Sumatra del norte, ha estado recientemente exportando el 60% de su producción a Japón, el sudeste asiático, Europa, Taiwán, el Oriente Medio, China y Corea (PPI 8.1993, 2. 1994, 7.1994, 8.1994, 10.1994, 5.1995; WALHI 1992). En su conjunto, Indonesia ha pasado recientemente a ser el 17º principal productor de papel del mundo y a ubicarse en la 18º posición en la producción de pulpa (PPI 7.1995).

De la misma manera que Indonesia pasó hace años de exportar troncos a exportar madera procesada con valor agregado, ahora está exportando mucha más pulpa y papel que astillas de madera. Cientos de miles de toneladas de astillas de latifoliadas salieron del país en 1993, valoradas en decenas de millones de dólares, fundamentalmente hacia Japón, pero el comercio de exportación de pulpa y papel suma en la actualidad cientos de millones de dólares (las cifras oficiales indonesias de exportaciones de astillas difieren ampliamente de las cifras oficiales japonesas de importaciones, lo que vuelve difícil cuantificar el comercio de esta materia prima [UN 1994, FAO 1994]). En 1993, el 44% de las exportaciones indonesias de pulpa tuvieron como destino a Corea del Sur, Japón y Tailandia, en tanto que el resto fue a las Filipinas, Bangladesh, Malasia, Paquistán, India, Vietnam, Singapur, China y otros destinos en Asia (UN 1994). Es probable que estos mercados, junto con Taiwán, permanezcan en el centro de la estrategia de mercadeo internacional de la industria indonesia, a medida que el país se convierte en un exportador neto de pulpa.

Por su parte las exportaciones indonesias de papel y cartón van dirigidas a un conjunto distinto de países. En 1993, la mitad de las exportaciones del país se destinaron a Hong Kong, Malasia, Singapur y Corea del Sur, en tanto que la mayor parte del resto se dirigió a Australia, China, Tailandia, Egipto, Sri Lanka, Arabia Saudí y los Estados Unidos. La creciente orientación exportadora del sector del papel promueve aún más la concentración de la propiedad en la industria. Como explica Suresh Kiram, ejecutivo de Sinar Mas. "las compañías que no puedan exportar van a desaparecer y las plantas más pequeñas van a tener que cerrar, sin que sean adquiridas por las otras más grandes; con una capacidad anual de apenas un par de miles de toneladas, no resultan económicas" (PPI 2.1994).

Involucramiento de empresas extranjeras

Una tercera característica de la industria, ejemplificada por Riau Andalan, está constituida por el importante involucramiento de empresas extranjeras. La mayor parte de los cientos de millones de dólares invertidos en la construcción de las nuevas plantas y en el abastecimiento de madera, termina en las manos de abastecedores y consultores escandinavos, japoneses y norteamericanos y sus consorcios (Allen 1992; PPI 8.1993, 2.1994, 10.1994; DTE 1991; Paper 4.2.1992). Las plantas de Sinar Mas en Perawang y Jambi, por ejemplo, cuyo costo respectivo fue de US$520 millones y US$630 millones, utilizan líneas de producción de pulpa suministradas por la empresa sueca Kvaerner Pulping y calderas para la generación de energía y de recuperación adquiridas de Ahlstrom, equipo para el manipuleo de madera de Kone y otro equipamiento de Andritz Sprout-Bauer y Asea Brown Boveri Fläkt (Wright 1994, Pappens 1993, TAPPI Journal 6.1995). La firma finlandesa Rauma Repola, por su parte, suministró equipamiento para el lavado y el blanqueado para el proyecto de pulpa y rayón de Indorayon en Porsea (DTE 1991), en tanto que Ahlstrom y Sunds Defibrator, de Suecia, proveyeron una turbina generadora de energía a partir de materiales de desecho y Elof Hansson el equipo para el manipuleo de la madera (Paper 4.2.1992). Entretanto, la empresa Kiani Kertas de Bob Hasan, en Kalimantan Oriental, ha ordenado equipamiento para manipuleo de madera y una línea de producción de pulpa con una capacidad de 472.000 toneladas anuales de la estadounidense Beloit y otros tipos de maquinaria de IMPCO (Ingersoll-Rand). También tienen una importante participación en la industria indonesia de pulpa y papel los proveedores alemanes, austríacos y suizos de servicios en materia de tecnología e ingeniería, tales como Voest-Alpine, Voith Sulzer, Klockner Stadler Hurter, Bielomatik y E.C.H. Will, además de la firma sueca Asea Brown Boveri y la belga Novarode (PPI 2.1994, Sonnenfeld 1995).

Los empresarios japoneses de la industria del papel han estado interesados desde larga data en la fibra de madera de Indonesia. Las empresas Kojin, Kanzaka Paper, MDI, y las que entonces se llamaban Sanyo-Kokusaku Pulp y Jujo Paper, estuvieron todas involucradas en Chipdeco, la planta chipeadora de madera de manglar en Kalimantan Oriental y la firma Marubeni, en la conversión en astillas del mayor bosque de manglares del sudeste asiático, en la bahía de Bintuni en Papua Occidental. Por su parte, la tercera parte de las acciones de la planta de pulpa de 450.000 toneladas anuales de Barito Pacific Timber, van a estar en manos de la japonesa Sumatra Pulp, una compañía de inversiones de la que son propietarios Marubeni, OECF y Nippon Paper, que invirtieron conjuntamente US$100 millones en el proyecto. También se está vendiendo actualmente en Indonesia equipamiento japonés para la producción de pulpa y papel, promovido por el atractivo financiamiento que ofrecen las casas comerciales japonesas. La planta de Indah Kiat en Perawang, por ejemplo, emplea maquinaria de Hokuetsu Paper Mills de Japón, al igual que de Beloit-Mitsubishi, en tanto que Kotobuki, junto con Valmet, abastece a Tjiwi Kimia, la enorme empresa papelera de Sinar Mas (PPI 8.1993, 2.1993, Paper 4.2.1992).

Con el objetivo de concretar las ventas de maquinaria o los contratos en el área forestal, las empresas de los países industrializados deben ocuparse de preparar la escena de antemano. En este caso, es crucial tener una presencia local y resulta extremadamente útil la colaboración interindustrial. Las empresas suecas Sunds Defibrator y Ahlstrom Machinery, por ejemplo, tienen oficinas regionales y trabajan conjuntamente y a su vez lo hacen con Kvaerner y Valmet, para el abastecimiento de equipamiento complementario. Valmet vende su maquinaria a través de la empresa CellMark, con sede en Suecia, una de las mayores empresas del mundo en materia de venta de materias primas, que a su vez planea unirse a Marubeni en el mercadeo de la pulpa de la planta TEL de Barito Pacific (ver más adelante) (Kuroda 1995).

Actuando como corredores, planificadores y coordinadores, se encuentran empresas consultoras industriales tales como la finlandesa Jaakko Pöyry y las canadienses Sandwell y H. A. Simons. Tales consultoras obtienen sus beneficios ajustando los recursos a la tecnología, poniendo en contacto a los abastecedores de maquinaria del Norte con grupos comerciales locales y con dirigentes indonesios con poder sobre tierras, bosques, finanzas y trabajo, de tal forma que todos salgan beneficiados. Trabajando a través de una red de ex colegas, amigos y tecnócratas afines, en organismos de asistencia sobrecargados de trabajo, que se alegran de ser relevados de sus obligaciones en materia de planificación y evaluación, los consultores han logrado utilizar fondos públicos para crear un sector forestal industrial privado en Indonesia, que les asegure una serie continua de futuros contratos. Por ejemplo, un contrato con el Banco Mundial y el gobierno de Indonesia, para realizar un análisis sectorial de la industria de la pulpa y el papel del país, ayudó a Jaakko Pöyry a obtener más de 30 contratos subsiguientes, para planificar o implementar proyectos del sector público y privado, para el abastecimiento de plantas de pulpa con madera de bosques naturales o de plantaciones. Además, la firma ha logrado decenas de contratos (algunos de ellos subsidiados por los contibuyentes finlandeses a través de la agencia de "ayuda" bilateral FINNIDA), para planear o hacer el proyecto de ingeniería de plantas de pulpa o papel para clientes indonesios, o para realizar estudios de mercado para productores occidentales de maquinaria (Jaakko Pöyry s.f.). También se ha beneficiado de otros acuerdos, como cuando la Finish Export Credit y FINNIDA, otorgaron un préstamo de US$4 millones sin intereses durante 13 años, para un centro de desarrollo y de capacitación forestal para la empresa Indorayon, en el norte de Sumatra (DTE 1991, ODA 1992, Westoby 1987).

Utilizando la influencia y el dinero del gobierno canadiense, las empresas H. A. Simons y Sandwell, también realizan una mediación política entre los intereses de la elites del Norte y de Indonesia. Por ejemplo, en marzo de 1992, la embajada canadiense en Jakarta fue la anfitriona de una misión de 35 empresas del sector de la pulpa y el papel, cuyo objetivo era el de promover la experticia y la tecnología canadiense en el área de la pulpa y el papel, a través de seminarios y reuniones de alto nivel con funcionarios de gobierno y con directivos de la industria local y de sus asociaciones. Por su parte, la agencia canadiense de "ayuda" bilateral CIDA, está financiando un estudio de factibilidad para la implementación de una plantación y una planta de pulpa y papel en Sorong, Papua Occidental, propiedad del grupo Kayu Lapis Indonesia. En tanto que Sandwell proveyó a Indorayon de servicios en materia de ingeniería, diseño, capacitación y operación y también ayudó a planear la planta TEL de Barito Pacific (DTE 1991, Paper 4.2.1992), la firma H. A. Simons está supervisando la preparación del sitio donde se instalará la planta Kiani Kertas de Bob Hasan, en Kalimantan Oriental (PPI 9.1994).

Los inversores extranjeros y los financistas también se están uniendo a los magnates indonesios de la pulpa y el papel, para lograr que los proyectos inmensamente intensivos en capital de la industria puedan despegar. Hacia 1990, el sector de la pulpa y el papel ya era el séptimo mayor en términos de inversión extranjera, habiendo recibido US$730 millones de un total de US$8.750 millones invertidos ese año (WALHI 1992).

La empresa taiwanesa Chung Hwa Pulp, por ejemplo, ayudó a Sinar Mas a iniciar su lucrativa explotación de bosques naturales, habiendo transportado en 1984 a Sumatra central una de sus plantas usadas de pulpa, como parte de su operación conjunta con la subsidiaria Indah Kiat de Sinar Mas (DTE 1991, PPI 8.1993). En la actualidad, Chung Hwa y Yuen Foong Yu son propietarias de la cuarta parte de las acciones de Indah Kiat. De forma similar Enso, el parcialmente estatal gigante finlandés del papel, ha estado involucrado en actividades forestales en Indonesia desde 1981 y, más recientemente, como consultor de un proyecto de ensayo de plantación y de "reforestación" financiado por FINNIDA. Enso se ha asociado ahora con la empresa forestal estatal Inhutani III y con Gudang Garam (la principal empresa indonesia de cigarrillos), en un plan a diez años para desarrollar una plantación de acacias, en parte en suelos de pradera, de aproximadamente 139.000 hectáreas en Sangau, Kalimentan Occidental. Unas 80.000 hectáreas de esas tierras son reivindicadas como propias por los pobladores locales (JP 22.7.1994; PPI 8.1994; Enso Vision 9.1994; Junus 1994; Rasmusson 1995). Enso y su promotor estatal, el Fondo Finlandés para la Cooperación Industrial, están aportando US$30 millones del costo total de US$100 millones. Es probable que Enso también se involucre en una planta de pulpa con capacidad de producción de 500.000 toneladas anuales, que sería construida en el lugar una vez que la plantación de acacias estuviera en condiciones de ser explotada y va a construir una planta de cartón para envasado de líquidos y de alimentos con Gudung Garam, a la que abastecería con pulpa química y con su "know how" (PPI 8.1994

El financiamiento del extranjero es también crucial para el desarrollo industrial. Por ejemplo, alrededor del 70% del capital requerido para el proyecto TEL de Barito Pacific, de unos US$1.000 millones, se está reuniendo a través de la flotación de una emisión internacional de acciones, con la asistencia de Morgan Grenfell Asia. El financiamiento consistirá en préstamos asegurados por la venta de los productos (JP 9.4.1994). Sinar Mas, tras la fachada de un holding denominado Asia Pulp & Paper, ha realizado una emisión de acciones en los Estados Unidos por valor de US$390 millones, para lograr financiamiento para el desarrollo de plantas en China, India e Indonesia. Garuda Mas, por su parte, ha establecido una empresa en Bermudam denominada Asia Pacific Resources International Holdings, que recientemente realizó una oferta por US$150 millones en los Estados Unidos y Canadá, para lograr financiamiento para operaciones planeadas en Indonesia y China. El estadounidense Chemical Bank, así como otros bancos del Norte, está asistiendo en la organización de otras ofertas de este tipo para otras plantas en Indonesia (PPI 8.1993, 10.1994, 5.1995; Kuroda 1995; DTE 1991; Sonnenfeld 1995). El financiamiento extranjero es requerido no sólo para la construcción de las grandes plantas, sino también para establecer gigantescas plantaciones las que, a un costo de al menos US$3.000 por hectárea, requieren inyecciones de capital "que escapan a las posibilidades" de los grupos domésticos (Data Consult 1990).

La promoción internacional de las principales empresas de la pulpa y el papel de Indonesia involucra, al igual que en el resto del Sur, una redistribución del riesgo del sector privado al público y del Norte hacia el Sur. Las desigualdades consiguientes son obvias. El elevadísimo precio de la maquinaria de Kvaerner o Tampella, constituye una proporción mucho mayor del Producto Bruto Interno en Indonesia que en los Estados Unidos, lo cual exige un gran esfuerzo, no sólo por parte de los clientes, sino también de los garantes públicos. Y en tanto que el duramente ganado conocimiento de un consultor subsidiado de Jaakko Pöyry acerca de cómo trabajar con la burocracia indonesia, constituye una ganancia permanente para la empresa en sus negocios futuros en el extranjero, pueden ser mucho menos seguras las ganancias de los magnates indonesios, en un volátil mercado global de la pulpa y el papel. Aún más precaria resulta la subsistencia del común de la gente, de cuya tierra, agua y trabajo los funcionarios y las empresas de la pulpa y el papel deben exprimir beneficios e impuestos.

A menudo se señala de qué forma la deuda externa y la caída en los términos de intercambio incentivan a Indonesia a explotar sus bosques. A medida que caen los ingresos de los principales rubros de exportación, el petróleo y el gas, la contribución del sector forestal al PBI, al ingreso de divisas y al pago de la deuda interna pasa a ser más significativa. Luego que se prohibiera la exportación de troncos sin procesar, con el objetivo de agregar valor a las exportaciones forestales y luego que la enorme industria procesadora de madera comenzara a enfrentar la perspectiva de una eventual escasez de materias primas de las concesiones existentes, crecieron las presiones para centrarse en la pulpa y el papel. De acuerdo con Eddie E-Tak Shaw de Sinar Mas:

"En 1980, el gobierno estableció metas agresivas para el desarrollo de la producción de madera contrachapada. Indonesia era entonces el principal productor mundial de contrachapados. Pero diez años después, el gobierno se apercibió de que, con turnos de explotación de los árboles de 60-100 años, la industria del contrachapado no podría sobrevivir . . . e inició un estudio sobre como desarrollar otras industrias madereras. Existían además presiones ambientalistas. La decisión de enfocarse hacia la pulpa y el papel fue la correcta" (Paper 4.2.1992).

El gobierno se ha propuesto ubicar a Indonesia entre los diez primeros productores mundiales de papel hacia el año 2004, con hasta un 10% de su superficie cubierta con plantaciones de árboles. Es más, el Ministro de Industria Hartarto, ha afirmado que el país se convertiría en "el mayor productor mundial de pulpa y papel". Además de permitir el acceso de la industria a vastas áreas de tierras forestales, el estado le ha otorgado incentivos tales como exoneraciones impositivas a las importaciones de maquinaria para la fabricación de pulpa y papel (Data Consult 1990).

Cualesquiera sean las motivaciones detrás de tal enfoque, sería imposible traducirlo en la efectiva explotación de las concesiones de bosques, en plantaciones de árboles, en plantas de pulpa y papel y en otras tecnologías basadas en productos forestales, sin las actividades concretas de la firmas consultoras e inversores extranjeros, así como de sus asistentes de las agencias de "ayuda" bilateral, de los organismos de financiamiento de la exportación y otras organizaciones de sus países de origen. Es principalmente a través de estas actividades, que magnates oportunistas y otros actores, pueden integrar en la práctica superficies cada vez mayores de áreas forestales de Indonesia a la economía mundial, incidentalente colaborado a mantener los mercados mundiales inundados de productos fibrosos. Las consecuencias destructivas de ello son bosquejadas en la siguiente sección.

Plantaciones y deforestación

Una cuarta característica de las nuevas plantas de pulpa de Indonesia es la de que, en sus etapas iniciales, son en general alimentadas con madera proveniente de bosques naturales, a menudo ya sobreexplotados. En tanto que frecuentemente se publicita a las plantaciones como mejoradoras de tierras "degradadas" o "no aprovechadas", los mejores candidatos para recibir este tratamiento (las pasturas homogéneas de origen antrópico conocidas como "alang-alang", colonizadas por Imperata cilindrica), resultan difíciles y costosas de convertir en plantaciones de árboles, debido a la baja fertilidad del suelo, el vigor de la gramínea y su tendencia a estar dispersas en amplias áreas. Tales pasturas son además a menudo aprovechadas por las poblaciones locales (WALHI & YLBHI 1992, Sonnenfeld 1995). Si bien la empresa estatal Inhutani III y la finladesa Enso, han establecido plantaciones sobre pasturas en Kalimantan Occidental, para los magnates de la pulpa (con acceso privilegiado al Ministerio de Bosques, que tiene jurisdicción sobre alrededor de las dos terceras partes de la superficie del país), tiene mucho más sentido obtener grandes concesiones sobre superficies continuas de bosques. Por ellas no tienen más que pagar una renta anual por hectárea de sólo unos U$0,30, cortarlas a talarrasa, utilizar la madera como materia prima para la producción de pulpa, postular a que el emprendimiento sea registrado como predio forestal industrial (HTI) y luego replantar el área con monocultivos forestales para pulpa. Los empresarios forestales que lo hacen tienen derecho a acceder a fondos y a préstamos sin intereses del Ministerio de Bosques. Tales préstamos cubren el 20% o más del costo del establecimiento y el mantenimiento de las plantaciones HTI, durante un ciclo de ocho años (Fearnside 1993). Las empresas plantadoras también pueden utilizar los ingresos del estado, provenientes de la tasa que deben pagar las empresas explotadoras de concesiones de bosques, destinada a la rehabilitación de las concesiones taladas, como forma de financiar la plantación de árboles. La habilidad de los concesionarios de bosques para permanecer en ellos luego de su corta y convertirlos en plantaciones de árboles, ha significado que exista menos tierra deforestada disponible para los pequeños campesinos transmigrantes, que por consiguiente pueden verse obligados a invadir tierras forestales en otras áreas.

Tan fácil ha sido para los empresarios obtener o mantener control sobre áreas boscosas, declarando estar interesados en la pulpa y el papel (hacia 1992, 37 empresas habían postulado a siete millones de hectáreas para el desarrollo de emprendimientos forestales para pulpa, aunque sólo siete se preocuparon de realizar estudios de factibilidad), que recientemente el gobierno tuvo que suspender el otorgamiento de concesiones (PPI 9.1994). El estado también ha ayudado a las empresas a adquirir tierras, mediante el procedimiento de desalentar el reconocimiento del derecho consuetudinario a la tierra (adat) en muchos de los territorios afectados. Tales derechos, aunque son reconocidos en teoría, son de hecho ignorados frente a las exigencias del "desarrollo". Como dijo en 1989 el entonces ministro de Bosques Hasjrul Harahap, "en Indonesia los bosques pertenecen al estado y no a la gente . . . no tienen derecho a compensación alguna". En Sumatra del sur, de un total de diez millones de hectáreas, los campesinos sólo tienen 1,5-1,7 millones de hectáreas, en tanto que 19 compañías son dueñas de 1,9-2,0 millones (Kuroda 1995).

Es así que por lo menos hasta el año 2002, Riau Andalan va a estar cosechando unas 50 especies de árboles tropicales nativos de sus concesiones, en espera de que las plantaciones de Acacia mangium y eucaliptos maduren en las áreas anteriormente deforestadas . Sin embargo, hacia fines de 1993, sólo se habían replantado 4.000 hectáreas en bosques cortados a talarrasa (PPI 9.1994). En otras zonas de Sumatra, la planta de Sinar Mas en Perawang, cubriendo un área de 1,2 kilómetros cuadrados y con una producción anual de 790.000 toneladas anuales, consumirá 200 kilómetros cuadrados de bosques primarios por año hasta el 2000 (gran parte de ellos cortados por trabajadores transmigantes), antes de pasar a consumir acacias. Más hacia el sur, la planta de Jambi de la misma empresa, con una capacidad de producción de 410.000 toneladas anuales, significará una deforestación aún mayor en su concesión de 2.400 kilómetros cuadrados, a una tasa de extracción quizá la mitad de la anterior (PPI 10.1994). Hacia 1988, se estimaba que sólo la primera de las dos plantas de Perawang estaba consumiendo 400.000 toneladas anuales de madera de más de 100 especies tropicales. "Básicamente", explicó el vicepresidente de la compañía, Eddie E-Tak Shaw, "estamos buscando bosques que puedan ser cortados a talarrasa y replantados con eucaliptos y acacias" (PPI 1.1988). La segunda planta de pulpa, con una capacidad de 410.000 toneladas anuales, también será abastecida con madera de especies tropicales hasta 1999, antes de pasar a consumir acacias de plantaciones que cubrirán 140.000 hectáreas, de las que 60.000 ya han sido plantadas. La planta Wirya Karya Sakti de Sinar Mas en Jambi, Sumatra, también de 410.000 toneladas anuales, sólo tenía plantadas en 1994 7.000 hectáreas de árboles para pulpa en su concesión de 241.000 hectáreas de bosque secundario talado, aunque planeaba plantar 15.000 hectáreas por año a partir de 1994 (PPI 8.1993).

La planta de 240.000 toneladas anuales de pulpa y rayón de Indorayon, en el norte de Sumatra, que comenzó utilizando 86.000 hectáreas de plantaciones antiguas del árbol nativo Pinus merkusii, implantadas durante el período colonial holandés, también ha cortado a talarrasa bosques nativos heterogéneos de latifoliadas usufructuando una concesión para la corta selectiva de árboles y los sustituyó por plantaciones de eucaliptos. Otros bosques nativos también están siendo presa de Indorayon, entre los que destacan 40.000 hectáreas de lo que antes fue el Bosque de Protección Harionboho. Además, unas 100.000 hectáreas de bosques de pinos en Aceh Central, van a alimentar la planta de fabricación de bolsas de cemento Kertas Kraft Aceh, en el norte de Sumatra, hasta principios del siglo entrante, cuando estarán disponibles los pinos replantados. Las plantas proyectadas para Kalimantan y Papua Occidental, tales como la planta Kiani Kertas de Bob Hasan, también se abstecerán de latifoliadas de bosques naturales durante el primer año de operación (TAPPI Journal 6.1995). Entre las mayores plantas que ya están entrando en operación, o que están a punto de hacerlo, sólo la planta TEL de Barito Pacific Timber no comenzará basándose fundamentalmente en los bosques naturales. No obstante, la empresa se ha beneficiado con al menos 300.000 hectáreas de concesión, de las que 210.000 ya han sido plantadas, fundamentalmente con acacias (Wright 1994, Allen 1992). Pero incluso en este caso, los bosques naturales han sido talados para hacer lugar para las plantaciones (Kuroda 1995). Aunque algunos observadores estiman que las futuras plantas dependerán en sus etapas iniciales menos de maderas tropicales latifoliadas que de plantaciones para pulpa o incluso plantaciones de palma de aceite (Sonnenfeld 1995), los analistas industriales piensan que, incluso si el gobierno fuera capaz de llevar a cabo su plan de implantar 4,4 millones de hectáreas de plantaciones industriales hacia el año 2004, las plantas de pulpa continuarán dependiendo grandemente de las 55,4 millones de hectáreas de bosques naturales designados para concesiones de corta de madera, hasta mucho después de dicha fecha (Data Consult 1990).

Las restricciones legales en materia de cortas a talarrasa, o de corta en pendientes pronunciadas o cerca de los cursos de agua, poco significan en este contexto. El propio Departamento Forestal admite que más del 86% de los tenedores de concesiones forestales violan las disposiciones estatales sobre corta, mientras que el Ministerio de Medio Ambiente confiesa que anualmente se cortan ilegalmente más de 500.000 hectáreas de bosques (JP 18.2.1994, Tempo 5.2.1994). De acuerdo con el Banco Mundial, "sólo el 2,2% de bosques talados han cumplido con el requisito legal de realizar un inventario residual del bosque y que es frecuente la corta de árboles fuera de los límites aprobados". El Banco advierte que las empresas forestales están cortando un 50% más de madera de la que puede reemplazarse a través de plantaciones (World Bank 1994; IHT 22.9.1994). En 1994 se informó que unas 248 empresas forestales habían sido recientemente halladas culpables de violaciones a las disposiciones en materia de corta (PPI 9.1994). Para tomar sólo un caso, Indah Kiat, que como lo reconoce el gobierno, tiene un acceso insuficiente a tierras forestales como para abastecerse legalmente de madera para pulpa, fue recientemente multada en US$1,4 millones por emplear a trabajadores transmigrantes bajo su cargo, para llevar a cabo operaciones ilegales de corta (JP 8.9.1993, 27.9.1993, 3.6.1994, 30.7.1994; Kompas 27.9.1993; FT 9.9.1994; Forum Keadilan 6.1.1994; DTE 1991; Zerner 1992). Es poco probable que los compromisos asumidos por las propias empresas (como por ejemplo, la promesa de Riau Andalan de no cortar especies amenazadas, o de no talar en pendientes superiores a los 23 grados dentro de los 200 metros de las márgenes de los ríos), vayan a ser cumplidos en mayor medida que las propias leyes forestales.

Además, si las plantaciones no se desarrollan de la forma esperada (sobre todo teniendo en cuenta que existe poca experiencia al respecto en los suelos generalmente pobres de las islas exteriores), la presión sobre los bosques nativos puede incrementarse aún más (PPI 8.1993, 10.1994; WALHI & YLHBI 1992). Hasta el momento, la mayor plantación contigua de cualquier tipo en Indonesia ocupa 20.000 hectáreas y sin embargo, los consultores de Jaakko Pöyry están recomendando unidades de 30.000-50.000 hectáreas. Los riesgos son considerables. Por ejemplo, plantaciones de Leucaena leucocephala en terrenos no forestales, sufrieron un desastre durante los años 1980, como consecuencia de intensos ataques de insectos. Dado que no se han detectado especies de acacia resistentes a los insectos, las plantaciones para pulpa de esta especie pueden sufrir problemas similares. Un prominente investigador forestal, ha llegado incluso a comentar que "Indonesia puede ser un desastre esperando que ocurra", debido a una planificación apresurada de las plantaciones (WALHI &YLBHI 1992).

Una causa no menos significativa de destrucción de bosques, es la ruptura de los sistemas de manejo de recursos basados en la comunidad a raíz, por ejemplo, de la construcción de carreteras, los desmontes, las tomas de tierras, la obstrucción de los cursos tributarios de agua y la desorganización de los sistemas locales de riego y de pesquerías. Las concesiones de Indah Kiat, por ejemplo, están ubicadas mayormente sobre tierras ancestrales pertenecientes al pueblo Sakai, que han sido reasentados fuera del área. Los trabajadores importados también juegan un papel en la deforestación. En palabras del Banco Mundial, "el hecho de que sólo una fracción de derechos adat [tradicionales] han sido registrados, hace que sea muy difícil que los habitantes de los bosques puedan evitar que los migrantes espontáneos tomen posesión de las tierras tradicionales de los clanes y que, no teniendo las tradiciones culturales de los agricultores indígenas, exploten los suelos hasta su agotamiento y se vayan entonces en busca de nuevas tierras" (1994a).

Como lo señala Charles Zerner en un informe suprimido del Banco Mundial, los sistemas agrícolas y forestales amenazados de esas diversas formas, no sólo han sido efectivos en la conservación de los bosques de las islas exteriores sino que, en algunos casos, han aumentado la diversidad biológica (Zerner 1992). A través del desplazamiento, el empobrecimiento y la pérdida de habilidades de la gente local, los emprendimientos de producción de madera para pulpa están por ende socavando uno de los principales baluartes de la protección de bosques en Indonesia.

Otra importante causa de deforestación está constituida por los incendios forestales vinculados a las operaciones de producción de madera para pulpa. Luego de realizada la tala de los árboles, es común que queden en el terreno grandes cantidades de madera seca y monte bajo, que constituyen un combustible ideal. La práctica de cortar los arbustos y los árboles restantes antes de plantar los árboles de rápido crecimiento colabora también a incrementar el riesgo. Los incendios incluso pueden ser deliberados, con el objetivo de brindar argumentos para lograr que el área incendiada sea catalogada como predio a ser plantado, o como un acto de venganza o de resistencia por parte de los pobladores expulsados o de los mal pagos trabajadores transmigrantes. Los incendios pueden ser particularmente extensos en ciertas áreas de Kalimantan, donde una capa de carbón bajo la superficie del suelo, provee combustible adicional: en 1982-83, un sólo incendio gigantesco arrasó 3,6 millones de hectáreas de la cubierta forestal de la isla, un área 56 veces superior a la de Singapur. En los años subsiguientes, enormes incendios han hecho desaparecer otros miles de kilómetros cuadrados de bosque y obstaculizado el tránsito aéreo en amplias áreas. Las propias plantaciones, por supuesto, a menudo son víctimas de incendios, con el resultado de perjuicios por valor de millones de dólares (Setiakawan 1-6.1992, SKEPHI 1995).

Aún más subsidios

Tierra, madera y tecnología subsidiadas, han colaborado a que Indonesia se transforme en uno de los productores de pulpa y papel más baratos del mundo. Pero los subsidios no se detienen aquí. Los niveles salariales se cuentan también entre los más bajos del mundo y son parcialmente mantenidos en ese nivel a través de la represión de los movimientos obreros por parte del estado. Como escribió en 1990 el Financial Times, "la casi total ausencia de conflictividad laboral, unida a los oficialmente establecidos bajos salarios en Indonesia, ha sido uno de los principales factores para atraer grandes cantidades de inversiones extranjeras al país".

Por otra parte, el programa de transmigración del gobierno, provee trabajo semi esclavo a proyectos tales como la planta de pulpa TEL de Barito Pacific. En el complejo de Sinar Mas en Perawang, Sumatra central, los trabajadores transmigrantes, alojados en forma inadecuada y obligados a realizar actividades de corta ilegales, han llegado a recibir sus salarios hasta con tres meses de atraso y en una ocasión sólo recibieron su paga luego de que tomaran algunos vehículos de la empresa como rehenes (Forum Keadilan 6.1.1994). La paga ofrecida a los transmigrantes para la plantación de árboles por parte del Grupo Jayanti en la plantación de la empresa en la isla Seram, Maluku, que asciende a apenas una rupia por planta plantada, constituye una muestra clara de los míseros salarios percibidos. A un ritmo de un árbol plantado cada tres minutos, esto significa un ingreso diario de 600 rupias, o sea, alrededor de 30 centavos de dólar. El modelo de predio núcleo/pequeño propietario, que el gobierno espera adaptar para las plantaciones de árboles, también se caracteriza por los bajos salarios (DTE 1991).

En momentos en que los controles contra la contaminación se vuelven más estrictos en el Norte, el hecho del laxo control existente para hacer cumplir las leyes contra la contaminación (por más estrictas que éstas sean en los papeles), también atrae a los inversores en el área de la pulpa de papel. Para mostrar un ejemplo, la empresa Indah Kiat (que en 1992 estuvo a punto de ser llevada a los tribunales por su contaminación del río Siak), utiliza sus instalaciones para el tratamiento de los efluentes cuando se realizan inspecciones, pero sólo lo hace esporádicamente durante el resto del año y constantemente ha dejado de cumplir con los plazos establecidos para cumplir los requisitos en materia de control de efluentes. Otra empresa, que instaló un equipamiento de tratamiento de efluentes por valor de US$30 millones, raramente lo utiliza debido a que su operación resulta costosa.

Durante el período inicial de operaciones de Indorayon, la empresa no prestó atención alguna a una directiva oficial, que la obligaba a construir una laguna para el tratamiento aeróbico de sus efluentes, de acuerdo con un plan gubernamental en la materia. Cuando la laguna que efectivamente construyó sufrió un colapso, resultando en el vertimiento de efluentes al río Asahan, no pagó ninguna compensación a los pescadores que, hasta 40 kilómetros aguas abajo, vieron sus capturas descender en alrededor de un 90% siendo así forzados a buscar otras fuentes de ingreso. Cuando las ONGs locales encontraron que persistían elevados niveles de contaminación seis meses después del accidente, funcionarios de Indorayon intimidaron con éxito a los pobladores afectados para que no llevaran el caso a la justicia, presentándose en las reuniones sólo en compañía de oficiales militares del distrito, haciendo abundantes regalos de comida y ofertas de trabajo a la gente local e insinuando que las ONGs interesadas en el tema tenían objetivos comunistas (WALHI 1992; JP 7.9.1992, 10.9.1992, 22.9.1992, 24.9.1992, 8.10.1992; Suara Pembuaruan 31.8.1991, 4.9.1992; Kompas 17.11.1993; Anon s.f.). Luego de la explosión de un tanque de cloro en Indorayon en noviembre de 1993, que hizo huir a numerosos residentes locales aterrorizados, el Ministro de Medio Ambiente, Sarwono Kusumaat-majda, ordenó a la empresa que redujera su producción a la mitad, hasta tanto se realizara una auditoría ambiental por parte de un consultor independiente. Sin embargo la auditoría, llevada a cabo por la firma consultora estadounidense Labat Anderson, no puede hacer otra cosa que recomendar a Indorayon sobre la mejor forma para continuar utilizando cloro. En noviembre de 1995, rumores acerca de una pérdida de gas peligroso, dieron lugar a que cientos de manifestantes locales incendiaran 100 casas, una estación de radio y vehículos de Indorayon (FEER 15.2.1996).

Por último, otro aspecto que hace a Indonesia atractiva para las plantaciones industriales es su clima, que posibilita que los árboles para pulpa crezcan tres o cuatro veces más rápido que en países como Finlandia. Ello teoricamente hace posible rotaciones más cortas, plantaciones más pequeñas y un uso más eficiente del suelo.

Desintegración y resistencia

No llama la atención que, para muchos indonesios comunes, la integración de tierras y bosques locales a la economía mundial de la pulpa y el papel, sea vista en realidad como una desintegración de las formas de vida y de relacionamiento locales y el obsequio a la industria de tierras forestales a bajo costo y de sumideros fluviales de efluentes. Vale decir como algo muy parecido a un robo.

Cuando a partir de la independencia, el estado indonesio se atribuyó a si mismo la propiedad de las tierras forestales del país, -lo que posibilitó muchos de los actuales emprendimientos en el área de plantaciones para pulpa- no estaba imponiendo su ordenamiento jurídico en un vacío, sino sobre los derechos consuetudinarios vigentes informalmente de las comunidades locales. Los predios forestales industriales (HTI) y los proyectos de predios núcleo, han funcionado a menudo esencialmente como mecanismos para redistribuir tierras de derecho consuetudinario hacia los ricos. Ello a pesar de que son publicitados como formas de recuperar tierras degradadas, como alternativa a la corta de bosques naturales, como un incentivo a la reforestación y como proveedores de empleo a los transmigrantes predominantemente javaneses, evitando así que éstos tengan que recurrir a formas destructivas de agricultura en los suelos y terrenos poco familiares para ellos de las islas exteriores. Los efectos ennumerados por Zerner (1993) para las concesiones de corta, los HTI y los proyectos de predios núcleo, también son en general aplicables al desarrollo de plantaciones para pulpa:

"La efectividad de las instituciones locales para el manejo de los recursos ha disminuido y también se ha erosionado el control de la comunidad sobre territorios forestales históricamente en su propiedad y bajo su manejo. La alimentación de las comunidades ha declinado a medida que ha decrecido la calidad de los territorios de caza y de pesquerías y que el acceso a estas áreas ha sido progresivamente limitado. El acceso a los mercados a través de redes de transporte fluvial se ha reducido. Además . . . la salud de la comunidad y su seguridad alimentaria pueden haber disminuido en tanto que la incidencia de . . . abusos y ataques sexuales se ha incrementado. En la cercanía de los campos madereros se ha incrementado la prostitución y se han extendido las enfermedades venéreas. . . la exclusión de las comunidades locales de . . . territorios forestales a menudo ha resultado en la polarización política de las comunidades, en vez de su integración como ciudadanos. La alienación, la prostitución y la violencia, se cuentan entre los costos sociales del no reconocimiento de las necesidades y derechos de las comunidades a participar equitativamente en la tarea del manejo forestal".

Para tomar un ejemplo, en el norte de Sumatra, las cortas a talarrasa, los caminos y las plantaciones de Indorayon, han desplazado a los Batak en la zona del lago Toba, a través del usurpamiento de sus tierras ancestrales o a causa de la degradación del ambiente que los sustenta. Sequías vinculadas a la explotación de bosques han resultado en menores cosechas de arroz en amplias áreas. Por otra parte se estableció una plantación de pinos en el Bosque de Protección de Sibatuloting, área de captación de dos cuencas hídricas que abastecen de agua a 65.000 hectáreas de cultivos de arroz y a 688.000 personas en el área arrocera de Sumatra del norte. Los caminos forestales construidos en los bosques de pinos, han destruido arrozales y resultado en dos deslizamientos de tierra en octubre de 1987 y noviembre de 1989, en los que resultaron muertas 30 personas. Los laboriosos intentos de utilizar los canales oficiales y luego los bloqueos de caminos, orientados a lograr que la empresa acepte su responsabilidad en los hechos, han resultado fundamentalmente en arrestos e intimidación de los pobladores, la iglesia y las ONGs por parte de los militares. La compañía también logró dividir a los pobladores ofreciéndoles una compensación parcial.

Además, en marzo de 1987, sin autorización de los jefes locales, Indorayon comenzó a arar las tierras tradicionales de pastoreo, legalmente pertenecientes a los Batak del poblado de Sugapa y a plantarlas con eucaliptos. Se estableció una multa de 10.000 rupias sobre cualquier animal hallado pastando en el área plantada. Los angustiosos intentos de los pobladores locales para llevar el caso ante las autoridades locales y distritales no tuvieron ningún resultado. Con el objetivo de impedir dicha oposición, los funcionarios de gobierno locales convencieron a los pobladores a que firmaran hojas de papel en blanco, que fueron luego entregadas al personal de Indorayon, quienes las anexaron a un acuerdo en el que se asignaban las pasturas a la empresa. Este fue más tarde mostrado a los pobladores de Sugapa durante una reunión oficial, en la que estaban protestando por la violación de sus derechos a la tierra. Al mismo tiempo, los funcionarios gubernamentales afirmaron que habían convencido a varios pobladores a que aceptaran compensación por la tierra perdida. Enfurecidos por tales maquinaciones, los pobladores de Sugapa y en particular las mujeres, en quienes, de acuerdo con la tradición matriarcal, radican los derechos sobre la tierra, finalmente hicieron explosión en abril de 1989, cuando algunos funcionarios de Indorayon fueron descubiertos violando a mujeres locales, una acción considerada por el pueblo Batak como el más atroz de todos los crímenes. Cuando los hombres fueron liberados sin cargos, las enfurecidas mujeres de Sugapa marcharon por las plantaciones de Indorayon y arrancaron miles de plantas de eucaliptos plantadas en las tierras adat. Acusadas de destrucción de la propiedad de la empresa, las mujeres viajaron posteriormente a Jakarta a presentar su caso ante el Ministro del Interior. Durante el juicio, que tuvo lugar en febrero de 1990 y donde las mujeres involucradas fueron sentenciadas a seis meses de prisión (reducida luego de la apelación a libertad vigilada), defendieron con vehemencia sus derechos a la propiedad: "La tierra es la única fuente de ingresos que la gente tiene. ¿Cómo vamos a comer si es plantada con eucaliptos? ¿Cómo vamos a alimentar y pastorear a nuestro ganado?". Sin embargo, Indorayon ya había logrado en ese tiempo dividir a la comunidad lo suficientemente como para desactivar el movimiento para la devolución de la tierra (WALHI & YBLHI 1992, Anon s.f.).

Indorayon también ha generado resentimientos locales por bloquear el acceso a las áreas boscosas, de las que los pobladores dependen para obtener rattán, forraje o y madera para tallar; plantando eucaliptos en un cementerio ancestral; y degradando a los pobladores a través del desconocimiento forzado de las transferencias de las tierras hereditarias, de gran importancia para la identidad del clan. En noviembre de 1992, los agricultores del poblado de Gonting Silogomon, a quienes se habían quitado 156 hectáreas para un HTI destinado a abastecer de madera para pulpa a Indorayon, solicitaron a los trabajadores de la empresa que suspendieran la limpieza de sus campos cultivados. Durante los días siguientes, los agricultores locales fueron reiteradamente amenazados por oficiales militares de la Infantería del distrito, armados con M-16 y se dispararon varios tiros (Tjahjono 1993). Los agricultores de una aldea, que acordaron plantar en sus tierras eucaliptos para Indorayon, porteriormente se arrepintieron de haberlo hecho, ya que no se les permitió hacer pastar animales en sus propias tierras y temían que Indorayon fijara precios bajos para la madera que iban a producir. Al mismo tiempo, la contaminación del río Asahan por las actividades de Indorayon, ha provocado la degradación de pesquerías, así como problemas de salud y pérdida de fuentes de agua para la aldea. Entretanto, la contaminación aérea provoca náuseas y vértigo a una distancia de hasta 40 kilómetros de la planta (Environesia 4-8.1990, Anon s.f.).

En el sur de Sumatra, por su parte, PT Musi Hutan Persada, una de las empresas encargada del manejo de los predios forestales de Barito, al descubrir que la concesión de 300.000 hectáreas que se le había asignado, coincidía en parte con la otorgada en la zona a otra compañía, se apropió sin aviso de tierras fértiles pertenecientes a 200 agricultores de Muara Enim y destruyó árboles frutales, plantaciones de caucho, arrozales y bosques comunitarios. Los agricultores que protestaron fueron arrestados y sus reclamos fueron desestimados por el gobernador provincial, quien declaró que estaban simplemente buscando obtener ganancias monetarias. Por su parte, el Ministro de Bosques, Djamaloeddin Soeryohadikoesoemo, afirmó que el arreglo de la disputa era responsabilidad de la compañía, pese a que la concesión había sido otorgada bajo la condición de que no se utilizaran tierras fértiles o privadas (Brooks 1994, Tempo 18.12.1993, SKEPHI 1995). Aún permanece incierta la suerte de los pobladores desplazados. En otras partes de las regiones de Muara Enim y Muara Rawas, los agentes de las empresas plantadoras se han apoderado de miles de hectáreas de bosques y tierras agrícolas, para destinarlas a plantaciones para pulpa (a veces con el pretexto de que serían destinadas a plantaciones de palma de aceite o árboles de caucho), sin consulta alguna con los agricultors locales (WALHI 1995, JP 15.6.1995). En muchos casos no se han materializado las compensaciones prometidas para la tierra ocupada, bajo la forma de plantaciones de caucho, ganado y servicios hospitalarios (SKEPHI 1995, Kuroda 1995). Tampoco se ha informado a los pobladores, que cultivan tierras en el área de la planta Tanjung Enim Lestari, sobre los detalles de la planta (Kuroda 1995).

Finalmente, en una de las decenas de posibles ejemplos en Kalimantan, los caminos forestales construidos paralelamente al río en una concesión para plantaciones, obstruyeron los cursos de agua tributarios, haciendo disminuir el caudal del río a la mitad y creando un pantano palúdico. Colmatado por sedimentos provenientes de la erosión resultante de las cortas y la construcción de caminos, el río se volvió inutilizable para el transporte fluvial hacia el mercado al igual que para la pesca. Por otro lado, no se pagó compensación alguna por la corta de bosques en tierras que habían pertenecido a la comunidad local durante 400 años y que las habían manejado durante ese tiempo. La misma empresa también colocó un aviso, indicando que la agricultura migratoria de subsistencia en tierras comunales era un delito y ordenó a los residentes locales y a los transmigrantes javaneses a que en su lugar utilizaran azadas. Pese a que sólo los javaneses obedecieron, el resultado fue una erosión catastrófica. Otro desastre ocurrió cuando la empresa intentó "desarrollar"los métodos tradicionales locales para el cultivo del rattán, haciendo que plantaran el rattán en líneas rectas, sin tomar en cuenta las condiciones del sitio, con el resultado de que el 90% del cultivo fracasó (Zerner 1993).

En otra zona de Kalimantan, una empresa planeó establecer un HTI, aparentemente para una planta de papel, pero no en tierras degradadas, como lo exige la reglamentación, sino en tierras con bosques secundarios. Esta tierra había estado bajo propiedad alat durante 200 años y había sido utilizada, entre otras cosas, para agricultura migratoria y jardines de rattán en forma rotativa. Los "expertos" de la empresa no reconocieron estos sistemas de producción agroforestal, ni siquiera caminando a través de los mismos. Cuando la comunidad local se rehusó a permitir que la compañía hiciera un reconocimiento del área, la misma reclamó tener propiedad sobre la tierra y prometió una compensación de 300 rupias por mata de rattán destruida. Sin embargo, se estima que el valor de los ingresos a 20 años de cada mata de rattán se ubican entre 500.000 y 1 millón de rupias. Es decir, que la compensación ofrecida fue de sólo el 0.6% o menos del valor de mercado de la materia prima en cuestión.

Tales casos sirven para subrayar el papel que los proyectos de plantación tienen en la degradación de los bosques, a través del desplazamiento de la gente y la ruptura de los sistemas de manejo forestal basado en las comunidades. Al oponerse a las acciones de las empresas plantadoras y de pulpa (ya sea presentando el caso ante las burocracias y parlamentos locales, distritales, provinciales y nacionales, llevando a las empresas a juicio, bloqueando caminos, tomando vehículos de las empresas, sacando estacas colocadas por los equipos de agrimensores, derribando avisos que criminalizan la agricultura tradicional, cortando puentes de las empresas, arrojando piedras a las construcciones de las empresas, o simplemente rehusándose a cooperar con las empresas que no realizan consultas con los residentes de acuerdo con procedimientos políticos localmente aprobados), los pobladores locales están también intentando defender las principales características de su paisaje social, que ofrecen una promesa segura para el futuro.

Al hacerlo, a menudo han trabajado con grupos locales de asistencia legal o con ONGs. En algunas ocasiones, se han establecido alianzas a nivel nacional, que utilizan la legislación nacional como herramienta, tal como sucedió a fines de los años 1980, cuando WALHI, una ONG con sede en Jakarta, comenzó a trabajar con ONGs de Sumatra del norte dedicadas al desarrollo comunitario, haciendo un seguimiento de los abusos de Indorayon, con vistas a llevar a la empresa a juicio en Jakarta, a fin de someter a prueba una ley de 1982 sobre regulación ambiental. Por su parte, organizaciones extranjeras han manifestado su solidaridad solicitando a las agencias financiadoras (por ejemplo, la japonesa OECF) y a los inversores extranjeros de Gran Bretaña y los Estados Unidos, a que reconsideraran su apoyo a proyectos tales como el TEL de Barito (Tjahjono 1993, WALHI 1992, Kuroda 1995).

Todas las alianzas que critiquen a la industria indonesia de la pulpa implican riesgos. Las alianzas entre pobladores locales y ONGs pueden resultar en acusaciones de "comunismo" a ambas partes. Este tipo de imputaciones han resultado fatales para muchos indonesios desde las masacres de mediados de la década de 1960. Los pobladores pueden ser golpeados, arrestados o cooptados, mientras que las ONGs pueden enfrentar el cierre de sus oficnas o la intimidación. Las campañas internacionales, en caso de ser vistas como vinculadas a luchas locales, pueden incrementar aún más la intolerancia estatal hacia los grupos locales aún más.

Sin embargo, las alianzas también pueden ser positivas. El pleito entablado por WALHI, por ejemplo, aunque se perdió, ayudó a catalizar la coordinación entre las ONGs del norte de Sumatra en temas ambientales más amplios y subrayó entre las ONGs de las ciudades la importancia del trabajo paciente con los pobladores locales y las ONGs rurales. Además, el hecho de que las demandas provengas de foros, en lugar que de individuos u organizaciones, implicaría una mayor protección para pobladores y ONGs frente a las represalias de las empresas y del gobierno.

Tal como lo demuestra la inversión del gobierno en relaciones públicas globales, las campañas internacionales pueden también afectar el desarrollo de la industria de la pulpa en Indonesia. Una campaña que contenía la amenaza de un boicot en Europa y América del Norte, por ejemplo, ayudó a forzar a Scott Paper a retirarse en 1989 de un emprendimiento conjunto en Papua Occidental, que hubiera desplazado a 15.000 personas. El socio de Scott, la empresa Astra, que es el segundo mayor conglomerado comercial de Indonesia, ha prometido continuar con el proyecto, pero las dificultades financieras han demorado el proceso.

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