Plantaciones forestales en la pradera uruguaya
por Carlos Pérez Arrarte
Octubre 2000

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IV. Impactos ambientales

Las plantaciones forestales suponen la sustitución del sistema biótico climácico -la pradera pampeana original, modificada posteriormente desde el proceso colonizador español por el pastoreo- por una vegetación arbórea uniforme de una especie (¿ un clon ?), coetánea, con densidades comunes de partida de 1000 - 1200 árboles por hectárea, y donde no existe una vegetación complementaria u acompañante -sotobosque- como en los países de origen de las especies arbóreas exóticas . Mayoritariamente, los campos naturales que se forestan, nunca fueron cultivados previamente. Al inicio, las plantaciones eliminaban totalmente la vegetación previa con el laboreo convencional; hoy en día, se cultiva únicamente en la fila donde se plantan los árboles y se utiliza complementariamente laboreo químico con herbicidas.

Desde la perspectiva de la biodiversidad, este proceso es equivalente a la deforestación de la Amazonia para expandir la frontera de la ganadería tropical, pero de sentido inverso: destruimos un sistema natural (la pradera pampeana) y sus múltiples servicios ambientales asociados, para la producción de árboles cultivados bajo un régimen agrícola propio de la revolución verde. Por otra parte, durante tres siglos esa pradera ha sido la base de un sistema productivo sustentable -la ganadería extensiva- sobre el que se estructuró la economía y la sociedad uruguaya.

Las plantaciones comerciales eliminan en el período comprendido por los turnos -20 a 30 años - la vegetación original y su fauna asociada, estableciendo la interrogante de cuál es la reversibilidad futura de esta opción. Estas formas originales sobreviven en las zonas más bajas del terreno y otras áreas de los predios que no son forestadas.

Las diferencias entre un sistema vegetal monoespecífico compuesto por árboles coetáneos, vis a vis una pradera multiespecie integrada en forma dominante por especies herbáceas de más de 80 familias, son notables en relación a todos los componentes del sistema paisaje, incluyendo la biodiversidad, los suelos, el ciclo del agua, y de la atmósfera asociada .

Los árboles son menos exigentes en fertilidad que las praderas, y en particular aquellos de las familias de las coníferas y asociados a las micorrizas. En su proceso evolutivo construyen suelos de menor fertilidad que los de los sistemas pratenses, permitiendo concluir a los especialistas que las plantaciones forestales producirán una degradación de los suelos pampeanos evolucionados históricamente bajo pasturas. Específicamente, existirán impactos en las condiciones químicas, físicas y en la morfología del suelo, en relación a las preexistentes evolucionadas bajo la pradera: es de esperar modificaciones en el tipo y distribución de la materia orgánica en el perfil, la relación carbono-nitrógeno, procesos de pérdida de bases, acidificación, producción de sustancias complejizantes (compuestos de aluminio, hierro). La nueva vegetación inducirá procesos de podzolización (procesos típicos generados en los suelos evolucionados bajo bosques en el hemisferio Norte) en los suelos de pradera . Contrastando con la importancia de estos pronósticos, aún hoy no hay una investigación científica que aborde estos problemas.

En forma análoga, en términos generales puede establecerse que los árboles están asociados a climas más húmedos, que los que caracterizan a las formaciones de praderas, teniendo una mayor demanda de humedad que los sistemas pratenses. Al ser introducidos en éstos últimos, liberarán un excedente menor para otros usos, que se expresará en el rendimiento neto de las cuencas hidrográficas y en la disponibilidad de agua para las napas freáticas. La estructura del ciclo hídrico de una pradera tiene diferencias significativas con el ciclo que caracteriza a una plantación forestal (figura 1/próxima pág.).

Es de esperar cambios relevantes en los diversos componentes del ciclo, y dada la extensión y el predominio de las plantaciones en las regiones forestales, impactos en otros sistemas agropecuarios y usos del agua que se estructuraron históricamente a partir del ciclo hidrológico de la pradera original. La evapotranspiración real de una plantación de eucalyptus se estima que será entre 30 a 50% superior a la de un campo natural; la plantación forestal afectará también significativamente el componente de escurrimiento superficial del agua, reduciéndolo en el orden de los 250 mm anuales, es decir 2500 metros cúbicos por hectárea/año ; igualmente el componente de intercepción de las precipitaciones por el follaje se modifica dramáticamente entre una pradera bajo pastoreo y una plantación de pinos de 10 años, etc. ¿Qué impactos tendrán estas modificaciones en el rendimiento de la Cuenca del Río Santa Lucía, responsable del abastecimiento del agua potable de la región metropolitana con el 60% de la población nacional; en el sistema de generación hidroeléctrica del Río Negro, compuesto por tres represas, columna vertebral del suministro de energía en Uruguay, tributario de cuencas que se están forestando en gran escala ? En forma análoga, es de esperar en esa región conflictos con los cultivadores de arroz irrigado, que utilizan principalmente agua del escurrimiento superficial. En otras localidades se esperan afectaciones de aguas subterráneas que abastecen otros establecimientos agropecuarios o comunidades urbanas.

Figura 1
Modificaciones del ciclo hidrológico
Plantación forestal con relación a la pradera

La investigación nacional en forestación se desarrolla en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, entidad pública de derecho privado, dirigida con un fuerte protagonismo de las gremiales de empresarios de los diferentes sectores. La línea central de trabajo forestal es en mejoramiento genético de eucaliptus, para el desarrollo de semillas y materiales vegetativos (bancos clonales), en principio vinculado al Eucaliptus grandis, y en métodos de cultivo como fertilización, espaciamientos, y manejos orientados al desarrollo de la productividad.

Recién a partir de 1997 -después de 10 años de vigencia de la legislación- como resultado de la presión de organizaciones ambientalistas la Dirección Forestal contrató una primera consultoría sobre los impactos ambientales de las plantaciones. Como resultado de sus recomendaciones, se están comenzando a monitorear microcuencas experimentales para iniciar la recolección de información local que permita dar respuesta a alguno de los interrogantes anteriores.

Otros impactos más complejos aún no están en las agendas de la investigación académica, como los cambios en la circulación del aire en el paisaje, en los microclimas, en el ciclo del carbono y de otros nutrientes, en la morfología de los suelos. Notablemente, en un país de matriz ganadera, la modalidad de explotación de silvo-pastoreo, que sería la interfase de integración natural entre la ganadería y la forestación, no integra la agenda formal de investigación. Si, muchos productores y empresarios la practican y señalan su interés como rubros complementarios. Empresas forestales también están llevando agendas de investigación propias: ha trascendido que se están reproduciendo en el país líneas de eucalyptus transgénicos, con resistencia a determinados herbicidas que eventualmente reducirían sus costos de cultivo .

Un conjunto de impactos ambientales locales se han registrado por el efecto borde entre los diferentes ecosistemas -ecotono- y sus sistemas productivos asociados. Así, en zonas de cultivos, los daños causados por las aves, cotorras y palomas, se han reclamado insistentemente; en otros casos, productores ganaderos con ovejas y vacunos reclaman por los daños causados contra corderos y terneros por jabalíes, zorros, y otros animales que se protegen en los plantíos. En forma análoga, un conjunto de impactos se perciben por las poblaciones locales como fuentes de riesgo para la vida humana. Desde la mayor proliferación de víboras en algunos ambientes, a una muy fuerte preocupación por la eventualidad de grandes incendios forestales; en particular, en algunas comunidades rurales completamente rodeadas por macizos forestales, como Tranqueras, El Carmen, Piedras Coloradas, etc. En general hay un fuerte escepticismo sobre la capacidad local de combatir siniestros de la escala de las plantaciones actuales .

Es obvio que el paisaje rural se modifica drásticamente al pasar de la pradera pampeana a las plantaciones forestales cultivadas, y es posible hipotetizar que esta "agresión visual" para el poblador local adulto, que creció en el marco del paisaje prístino, es una de las bases de cierta animosidad popular que existe contra el nuevo rubro productivo que se abre paso en el escenario nacional. El poblador rural nativo, con raíces en la cultura del gaucho pampeano, apreció siempre la capacidad de movilidad territorial, la facilidad del desplazamiento asociada al caballo, la visión de un horizonte visual ubicado a una larga distancia de su posición en el terreno. Aún no se cuenta con estudios sistemáticos de percepción ambiental, pero hay numerosos indicios aislados en este sentido.

Otro impacto socioeconómico se refiere a los diversos efectos sobre el agroturismo, actividad que está mostrando una fuerte expansión en este momento, y a la que se visualiza con fuerte potencial para el futuro del desarrollo rural uruguayo.

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