Montevideo, 28 de setiembre de 2000

Sr. Director Nacional de Medio Ambiente

De nuestra mayor consideración:

Ejerciendo el derecho a la participación pública prescripto por la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental, nos dirigimos a Ud. en relación con el Informe Ambiental Resumen (IAR) del denominado "Proyecto de Desarrollo Agrosilvopastoril y de conservación del Monte Nativo. Mandiyú" en el Departamento de Artigas.

El proyecto prevé la inundación de una superficie de 66 hectáreas de monte nativo por la construcción de una represa para el riego del cultivo de arroz. En el IAR se plantea la implantación de 72 hectáreas con especies existentes en ese monte y el agregado de otras nativas, como forma de compensar la pérdida. Se sostiene asimismo que esa intervención implicará una mejora para los niveles de biodiversidad en la zona.

Consideramos que la argumentación esgrimida resulta endeble desde el punto de vista científico, dado que en el país se carece de los conocimientos acerca de la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas forestales como para poder asegurar que una operación de esta magnitud es posible. Tampoco hay experiencias previas de reconstrucción de un monte nativo que sirvan de antecedente a la propuesta. La instalación y el crecimiento de un bosque en la naturaleza resulta de un proceso de colonización, evolución y adaptación, en el que intervienen diversos factores. Dicho proceso implica además un tiempo prolongado. No existen garantías de que de la sola implantación de ejemplares del monte indígena -aun siendo de las mismas especies- lleve a la reconstrucción del ecosistema, dado que en las primeras etapas de crecimiento es susceptible a exceso de insolación, ataque de hormigas, sequía, heladas, viento, etc., que podrían resultar en una elevada mortandad de las especies implantadas e incluso en el fracaso total de un tipo de plantación sobre la que no existe ninguna experiencia en el país.

Adicionalmente, se parte de la simplificación de que un monte indígena está compuesto exclusivamente por árboles y arbustos, desconociéndose a todos los demás componentes del monte, tales como la variadísima flora y fauna asociadas al mismo, que se verían privadas del hábitat constituido por el monte adulto. Incluso si tuviese éxito la plantación con especies indígenas, deberían pasar muchos años para que se generasen las condiciones para un hipotético retorno de la flora y fauna eliminadas o privadas de sus medios de supervivencia en el bosque a ser inundado.

Por otra parte, dado que el monte original ha de ser inundado, la sustitución se realizará en un medio que, si bien está situado en el mismo predio, no es idéntico a aquel en que el bosque se instaló y evolucionó naturalmente. Por último, pero no por ello menos importante, no es posible pensar seriamente en un seguimiento y monitoreo de la evolución del monte instalado, dado que en el país se carece de la experiencia y los medios necesarios para hacerlo, además de no haber antecedentes en materia de reforestación con especies de monte indígena.

En otro orden de cosas, llama la atención la participación como consultores en el mencionado Proyecto, de profesionales que trabajan en oficinas del estado cuya función es justamente el control de recursos directamente implicados en el proyecto en cuestión (Dirección Nacional de Recursos Naturales y Dirección de Fauna).

Por todo lo anterior, entendemos que no debe aprobarse la instalación de la represa proyectada en ese sitio y que debe buscarse una alternativa que no implique la destrucción de áreas de bosque indígena.

Sin otro particular, le saluda muy atentamente,

Grupo Guayubira

 


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